Una investigación revela que el plástico, al mezclarse con agua salada, produce un aroma similar al del krill

La presencia de restos plásticos en el organismo de los peces es algo poco a poco más usual. Hasta el momento, siempre y en todo momento se había creído que los peces ingerían esos restos de forma eventual si bien, ahora, un nuevo estudio efectuado por miembros de la US Government’s National Oceanic and Atmospheric Administration, ha revelado que realmente se lo comen a propósito. Hoy trataremos de explicarles, ¿por qué?

Los estudiosos han descubierto que el agua salada provoca una reacción química en el plástico que hace que huela de una forma parecida al krill. Los autores del estudio verificaron en un experimento efectuado con anchoas dentro de un tanque de agua salada, que los peces ignoraban los restos plásticos cuando se hallaban en cantidades pequeñísimas, y se lanzaban con voracidad frente a ellos cuando la concentración era verdaderamente grande.

En dos mil quince, otro equipo de estudiosos ya descubrió que algo afín sucedía con las aves, que se comían los restos plásticos atraídas por su fragancia. Y es que el plástico, al llevar mucho tiempo en el agua, se cubre asimismo de microorganismos que producen sulfuro de dimetilo, un gas responsable de eso que popularmente se conoce como “fragancia a mar”. Y las aves acostumbran a asistir en manada allá donde se generan grandes concentraciones de tal gas.

Además del daño medioambiental que supone que los restos plásticos provoquen el hambre de aves y peces, en el caso de estos últimos el inconveniente asimismo puede afectar a los humanos, puesto que aumenta el peligro de padecer algún género de intoxicación al comerlos.

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