Un viaje en el tiempo, El barrio de San Cristobal

Un barrio con historias que se emparentan con la propia historiografía de Buenos Aires, puerto, provincia o ciudad capital de la República. Ya en 1580, cuando D. Juan de Garay organiza la traza de la futura ciudad de Buenos Aires, cuyo casco fundacional estaba limitado por las actuales calles Viamonte, Libertad, Salta y Estados Unidos, extiende los vertices del ejido hasta los terrenos que hoy son las calles Arenales, Medrano, Boedo y San Juan, comprendiendo entonces parte del futuro barrio de San Cristobal. En los finales del siglo XVIII, algunos de los poco más de veinticuatro mil habitantes de Buenos Aires se localizaban ya en las primeras quintas destinadas al aprovisionamiento de los pobladores. Los planos de época, aún rudimentarios, nos ofrecen los nombres de los primeros propietarios: Alonso de Vera, Pedro de Roxas y Acevedo, Domingo de Usedo, las tierras de los sacerdotes franciscanos y otros. En esos años, pasada la mitad del siglo, solo seis parroquias comprende la división eclesiastica y San Cristobal no era una de ellas. Bajo la presidencia de Bernardino Rivadavia la ciudad extiende sus límites que llegan ahora hasta Arenales, Callao, Entre Rios y Brasil, en la actual denominación..
La importante corriente inmigratoria que recibió nuestro país fue factor importante en el poblamiento de la zona, determinando el rápido crecimiento de la ya parroquia de San Cristobal, creada por la legislatura de Buenos Aires el 28 de junio de 1869 siendo presidente Domingo Faustino Sarmiento y gobernador de la provincia de Buenos Aires Emilio Castro. El 10 de febrero de 1884, con asistencia del entonces presidente de la República, Julio Argentino Roca, se inauguró la parroquia que preveía el decreto de Sarmiento.

A partir de aquel momento y en las dos décadas subsiguientes, el territorio de la parroquia de San Cristobal, que se extendía desde Independencia al Riachuelo y desde Entre Rios y su prolongación hasta el límite mismo de la ciudad, es decir las actuales Av. Sáenz y Boedo, registró un aumento demográfico sin parangón en la ciudad, pasando de poco más de 3.000 habitantes en 1869 a más de 40.000 en 1889. Se construyeron en igual lapso 3000 nuevas casas.

La extensión de este trabajo no permite pormenorizar la rica historia socio-cultural de la importante parroquia, reducida ahora -por imperio de la Ordenanza N° 23.698 del 11 de junio de 1968, a solo 163 manzanas, en un radio limitado por la Av. Independencia al norte, Av. Entre Rios al este, Av. Garay al sur y calle Sánchez de Loria al oeste, límites que fueron ratificados por la posterior ordenanza 26.607 del 21 de abril de 1971.

Los habitantes de este nuevo arrabal de Buenos Aires, poblado mayoritariamente por italianos, españoles y franceses, veían con asombro el crecimiento de grandes construcciones: el Arsenal Esteban de Luca, la escuela Carlos Pellegrini, la Plaza Euzkara, el Hospital Francés, la parroquia de Santa Cruz, los talleres metalúrgicos Vasena, los molinos harineros de Geranio Hnos., fábricas y talleres.Y también fueron testigos de sucesos históricos, como las luchas civiles con motivo del alzamiento del gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor, contra las autoridades nacionales, cuya presidencia ejercía Nicolás Avellaneda. Se levantaron trincheras y se libraron cruentas batallas, culminando con la rendición de los rebeldes, permitiendo al Congreso sancionar el 20 de setiembre de 1880 la Ley de Federalización de Buenos Aires, que recién se concretó siete años más tarde, al incorporarse a la Capital Federal los partidos de Belgrano y San José de Flores. Casi cuarenta después las calles de San Cristobal volverían a teñirse de sangre, en oportunidad de los sucesos conocidos como la Semana Trágica, ocurridos entre el 6 y el 13 de enero de 1919 como derivación del conflicto obrero planteado en aquella oportunidad en los establecimientos metalúrgicos Vasena, que empleaba a 2.500 obreros, una de cuyas plantas estaba ubicada en el predio de la actual plaza Martín Fierro.
El lunfardo, el tango, las artes plásticas, las letras, la educación, la vida religiosa, la incoporación de nuevos corrientes de inmigrantes fueron constituyendo la identidad de San Cristobal, pero esa es otra historia.

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