Un equipo de médicos argentinos crearon la primera mascara 3D para la reconstrucción facial en pacientes con quemaduras graves.

Un grupo de cirujanos plásticos del Hospital Italiano, Tte. Gral. Perón 4190 del barrio de Almagro, idearon una máscara de impresión 3D, que simula las características del rostro, con sus 43 músculos, y que favorece a la reconstrucción, facial en casos de quemaduras profundas, que haya sufrido el paciente en su rostro.

Se trata de una novedosa técnica, que hasta el momento nunca había sido descripta en la bibliografía médica mundial, que utiliza una tecnología de simulación combinada, con impresión tridimensional, para elaborar una máscara personalizada adaptable al rostro del paciente, que sirve para fijar los injertos de tejidos en las zonas más complicadas de la cara, para que encajen de manera armónica.

Según explicaron los especialistas, cuando la persona se quema el rostro, lo primero que se debe hacer es retirar la piel muerta, y ahí es cuando el equipo médico escanea los rasgos y características faciales, e imprimen una máscara de ácido poliactico, un polímero 100% biodegradable, construida a partir de recursos renovables como el trigo o el maíz, y otros componentes como el almidón.

El primer caso en el que se usó ésta nueva tecnología, es en un hombre de 38 años con grandes quemaduras graves en su rostro, fue entonces que se utilizó un software de simulación de origen suizo, llamado “Crisalix”, destinado a cirugías estéticas, junto con un escáner, lo que permitió lograr imágenes del paciente en 3D,  para luego trasladarlas a una impresora 3D.

Una vez que el equipo de profesionales imprimieron la máscara, mediante esta tecnología que reproduce casi todos los músculos del rostro, para eso debieron esperar entre 13 a 18 horas, se aplicó al paciente una membrana artificial de origen vacuno, que habitualmente se utiliza en casos de quemaduras, y encima de esta membrana se colocó la máscara 3D, que se retira a los 21 días de aplicación.

Los resultados obtenidos fueron óptimos y funcionales, ya que se adaptó a la forma irregular del rostro,  y a la vez permitió la inmovilización correcta de los injertos, difíciles de lograr con los métodos tradicionales, como eran anteriormente sujetos con gasas, apósitos e hilos en la cara del paciente. Después de seis meses de rehabilitación, el primer paciente en usar esta nueva mascara 3D de reconstrucción facial, logró una exitosa cicatrización de la zona, un color de piel aceptable, y se evitó secuelas funcionales y estéticas.

Los cirujanos creadores de esta nueva tecnología, explicaron que el uso de la máscara personalizada 3D durante un año, permitirá seguir moldeando las cicatrices, favoreciendo su color, textura y volumen.

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