Ojo con los hijos: Se potencia para el futuro la cantidad de trasplantes hepáticos

El hígado graso es una entidad de la cual cada vez los pediatras hablan cada vez más. Se define como la presencia de una cantidad mayor de grasa de lo habitual en ese órgano tan importante que es el hígado, auténtico gestor metabólico del cuerpo humano. La causa principalmente implicada en la aparición del hígado graso en adultos es el consumo de alcohol; por el contrario, en niños, su origen más frecuente es el complejo sobrepeso-obesidad. Dado que la prevalencia de sobrepeso-obesidad en el mundo es del 25-30%, el hígado graso supone la principal enfermedad hepática crónica infantil a nivel mundial.

Según advierte la hepatóloga infantil Teresita González, médica del Hospital de Niños Sor María Ludovica,  “lo que hoy se da es una combinación nada saludable de inactividad física con dietas insalubres, que se refleja en el crecimiento de los diagnósticos de hígado graso en la obesidad o el sobrepeso, y no tan excepcionalmente en chicos que tienen una contextura normal, pero vale destacar que los pacientes obesos tienen un riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular, hipercolesterolemia, diabetes tipo 2, hipotiroidismo, cirrosis hepática y enfermedad articular, entre otros diagnósticos.”

Esta enfermedad es una auténtica trampa, pues no cursa con síntoma alguno en sus primeras fases, pero puede derivar en cuadros graves. Imaginemos a esta enfermedad como una escalera: el primer peldaño se denomina esteatosis; el segundo, dado que conlleva inflamación del hígado, lo llamamos esteatohepatitis; el tercero supone la presencia de un daño estable en el hígado, la muerte de parte de sus células y la sustitución por un tejido fibroso inútil.

Para González, “el sedentarismo, que en los niños se disparó con un mayor entretenimiento con juegos como la play, el uso de la computadora, la tablet y y el smartphone como esparcimiento primario, en detrimento de los picaditos de fútbol en las plazas, los paseos en bici y los juegos en la vereda como la mancha, el Poliladron, las escondidas, el elástico y la soga; sumado a los cambios en los hábitos alimentarios, en donde la comida rápida reemplaza a la comida casera dado los cambios culturales y las exigencias de la vida moderna, pone en serio riesgo la salud hepática de los pequeños, que de no mediar un diagnóstico precoz y un mejoramiento en la calidad alimenticia y actividad física, los convierte en candidatos para un trasplante de hígado cuando lleguen a la edad adulta“, detalló.

Y agregó: “Antes la calle y las plazas eran lugares en donde las nenas y los nenas jugaban corriendo y saltando. Había confianza y la tarde de juegos finalizaba a la hora de tomar la leche. Hoy los padres tienen temor a que sus hijos jueguen en la vereda y en las plazas o simplemente anden en bicicleta en lugares públicos, lo que hizo desaparecer una actividad física diaria, y ese lugar vacío fue ocupado por los juegos sedentarios que dan seguridad a los padres pero su abuso es perjudicial”.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que hay 22 millones de niños menores de 5 años con obesidad. Un estudio realizado por Shokery Awadalla, endocrinólogo pediatra, reveló que de 114 niños obesos colombianos, el seis por ciento de ellos presentan signos de hígado graso.

“Esta alarmante cifra es una fiel muestra del sobrepeso en los menores, de su mala nutrición y de su poca práctica deportiva, causas todas que ocasionan esta enfermedad”, indica Awadalla.

Aparte, el problema de este síndrome, ocasionado por la obesidad, trae consigo complicaciones  que se producen desde la edad pediátrica, como por ejemplo la hipertensión arterial, intolerancia a los carbohidratos y la diabetes.

Gonzalez resalta: “En el consultorio de hepatología la consulta más frecuente es el de hígado graso secundario a la obesidad o el sobrepeso, y hace más de 10 años esto no era común, por eso nuestra actual preocupación. De no haber un diagnóstico precoz y cambios en los hábitos habrá más pacientes con sobrepeso con todos los riesgos que esto conlleva. Por otra parte, un diagnóstico eficaz se realiza mediante una ecografía de hígado, pero el ecógrafo recién detecta la grasa en el hígado en una etapa en que ya hay un desarrollo importante”.  

También la médica hepatóloga alerta: “Si el hepatograma está alterado y esos valores persisten a pesar de bajar de peso, entonces es necesario realizar una biopsia para ver si el o la paciente pediátrica tiene fibrosis. Y el riesgo de las biopsias es el sangrado a pesar de no haber sufrimiento durante el procedimiento porque se hace bajo anestesia, pero sí puede doler el sitio después de la punción. Pero no sólo las biopsias se realizan por sospechas de fibrosis producida por un hígado graso. Muchas enfermedades hepáticas necesitan biopsia para realizar el diagnóstico: hepatitis virales, autoinmunes, metabólicas, entre otras.”

Para González “es muy importante que la población comience a tomar conciencia de que la obesidad es una enfermedad y como tal se debe consultar al equipo médico que lo pueda asistir en todos sus aspectos. El tratamiento se basa fundamentalmente en una reeducación nutricional y ejercicios físicos. Es muy lamentable que un niño obeso termine en la edad adulta con un trasplante hepático por un hígado graso que evolucionó, por ejemplo, hacia la cirrosis”.

Recomendaciones

Para evitar un hígado graso en los niños, los médicos homeópata sugiere lo siguiente: 

• Evitar la obesidad.

• Nunca dejar que transcurran grandes periodos de ayuno.

• Moderar el consumo de carnes rojas.

• Disminuir el consumo de leche o cremas enteras, chocolates, natas, aceite de coco o palma, ya que contienen grandes cantidades de grasa saturada.

• Evitar medicamentos antiinflamatorios.

• Consumir alimentos ricos en fibra.

• Beber abundante agua al clima.

• Aprender a relajarse.

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