Historia del barrio de San Nicolás

Juan de Garay creó la urbe de la Muy santa Trinidad en mil quinientos ochenta, diseñó el trazado de las calles en forma de damero, repartió las manzanas de planta cuadrada entre los miembros de su expedición, y proyectó el éjido de la urbe cerca de esta primer área dividida. La manzana que Garay se reservó fue la que el día de hoy ocupa la sede central del Banco Nación, dejando la mitad de exactamente la misma para su hijo, asimismo llamado Juan de Garay. Después de la muerte del creador, allá se estableció la Casa de la Gobernación.
En la manzana vecina cara el oeste, se instaló la primera Iglesia de la Muy santa Trinidad, que después se convertiría en la presente Catedral. Era una construcción muy rústica, como todas y cada una de las del pequeño poblado, y fue reconstruida muy frecuentemente hasta llegar a su edificio actual, terminado en mil ochocientos veintitres. Por otro lado, la primera Aduana de la ciudad de Buenos Aires se instaló escuetamente en una casilla en el cruce de las presentes Avenida Alem y calle Lavalle, corriéndose entonces hasta la el día de hoy calle Rivadavia. En mil seiscientos cuatro, ya existía el primer templo de la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced, en exactamente el mismo lugar que el día de hoy ocupa la construcción terminado en mil setecientos setenta y nueve y cuya testera fue entonces cambiada. Asimismo se instaló en el presente límite del distrito de San Nicolás, en el rincón de la el día de hoy Avenida Corrientes con la calle Florida, la primera mujer de la urbe, Ana Díaz, quien atendió además de esto una posada.
En el distrito de San Nicolás tuvieron sus residencias las que con el tiempo se convertirían en familias «patricias», o sea tradicionales descendientes de los creadores y otras personalidades de los tiempos de la colonia. La calle Florida se convertiría en mil ochocientos uno en la primera adoquinada de la urbe, con el propósito de facilitad el acceso a la Plaza de Toros que se edificó ese año en la presente Plaza San Martín. Con el paso del tiempo, se convirtió en una calle residencial aristocrática, y después en arteria comercial privilegiada, hasta el momento en que en mil novecientos sesenta y nueve fue rehabilitada para ser una de las 2 arterias peatonales del centro porteño.
En mil setecientos ochenta, el Virrey Vértiz ordenó el relleno de la costa del Río de la Plata, con el propósito de crear el primer camino público de la ciudad de Buenos Aires, el Camino de la Alameda, ampliado en mil ochocientos cuarenta y seis por Juan Manuel de Rosas y llamado Camino de Julio en mil ochocientos cuarenta y ocho. Con la construcción del Puerto Madero desde mil ochocientos ochenta y siete, esta una parte de la urbe quedó defintivamente separada del río, y el viejo camino costanero quedó limitado a una extensa avenida. Desde mil novecientos diecinueve adquirió su nombre actual: Avenida Leandro N. Alem.
Desde mil ochocientos veintidos, con la instalación del Banco de la Provincia de la ciudad de Buenos Aires en el lugar donde ya antes había existido el Real Consulado (su actual edificio continúa en exactamente el mismo terreno, como lo recuerda una placa en su testera), empezó la gestación de la presente city financiera, cuyos primeros bancos privados fueron el Banco de la ciudad de Londres, el Banco de Mauá y el Banco Carabassa, a mediados del siglo XIX. Dicha zona siguió consolidándose como área financiera de la ciudad de Buenos Aires, hasta el punto actual en que la mayoría de sus edificios son casas bancarias o bien compañías de seguro. De esta forma, se combinan en sus calles fastuosos edificios de principios del siglo veinte con construcciones modernas de oficinas de alquiler con testeras vidriadas.
En mil ochocientos cincuenta y siete, el Teatro Colón fue creado en la manzana donde alguna vez había vivido Juan de Garay. Su primer edificio fue transformado en mil ochocientos noventa y uno en la primera sede del Banco Nacional (entonces Banco Nación). En ese instante, brotó la necesidad de edificar un nuevo teatro, y de esta forma el arquitecto técnico Francisco Tamburini proyectó el presente, que no llegó a ver terminado y fue estrenado en mil novecientos ocho. La sala es reconocida a nivel internacional por la calidad de su acústica, y se trata del teatro más conocido y señalado de la Argentina.
Desde mil novecientos treinta y siete, San Nicolás quedó físicamente separado de Catedral al Norte, cuando fue abierta la Avenida nueve de Julio, para la que se demolieron las manzanas construidas que había entre las calles Cerrito y Carlos Pellegrini. La avenida está totalmente parquizada, y de este modo es que los porteños la reconocen como la más ancha del planeta, si bien existan muchas arterias que la superen, como el eje primordial de la ciudad de Brasilia. En el cruce de esta nueva avenida con Corrientes, donde ya antes existió la vieja Iglesia de San Nicolás, se edificó entonces el Obelisco, quizá el máximo icono de la ciudad de Buenos Aires, desarrollado por el arquitecto técnico Alberto Prebisch, un seguidor del entonces incipiente Movimiento Moderno.

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