Historia del barrio de Chacarita

Entre los siglos XVII y XVIII, la por entonces Compañía de Jesús consiguió conformar por donación o bien adquiere, una propiedad inmueble tan vasta para tener su frente prácticamente al lado del Río de la Plata, a la altura de las presentes avenidas Santa Fe y Luis María Campos, y llegar por sus fondos hasta el presente partido bonaerense de Morón. Los jesuitas alquilaban una gran parte de la tierra para financiar sus obras religiosas y educativas que dirigían en Buenos Aires, lo que el día de hoy sería el “Macrocentro” porteño.
Un ámbito de la propiedad se destinó a “chacrita” o bien “chacarita” (diminutivos de chacra o bien chácara), que proveía vegetales y carne para la nutrición de los pupilos del Instituto San Ignacio (el día de hoy Instituto Nacional de la ciudad de Buenos Aires) y al personal de las casas jesuíticas. Allá asimismo se edificaron las oficinas destinadas a la administración de los arriendos y edificios para el alojamiento de los religiosos y sus huéspedes.
Aparte de aprovisionar de hortalizas y frutas al Instituto, la chacra era empleada como casa de verano para los estudiantes. De este modo, muchas generaciones de jóvenes pasaron sus vacaciones en los montes y quintas de la “chácara”, que desde entonces empezó a llamarse “Chacarita de los Escolares”, lo que equivale a decir chacra de los estudiantes.
Siendo expulsados los jesuitas de todos y cada uno de los reinos y dominios de Carlos III de Borbón, medida que en el Río de la Plata se cumplió en mil setecientos sesenta y siete, sus recursos o bien temporalidades, pasaron a ser propiedad de la Corona. Por tanto, las tierras del presente distrito de Chacarita pasaron originalmente al reino y, tras la Revolución de Mayo, pasaron a ser propiedad del gobierno de la provincia de la ciudad de Buenos Aires.
El Instituto San Ignacio —hoy Nacional de Buenos Aires— dejó de marchar y, por múltiples años, la juventud de la urbe debió trasladarse a otros lugares para efectuar sus estudios pre-universitarios. Esta situación se sostuvo hasta mil setecientos ochenta y tres, año en que Juan José de Vértiz, por entonces Virrey del Río de la Plata, estableció el Real Instituto de San Carlos usando la infraestructura del viejo instituto de San Ignacio, en la llamada Manzana de las Luces. Por último, en mil ochocientos sesenta y tres, por resolución del presidente Mitre, se lo acabó llamando Instituto Nacional de la ciudad de Buenos Aires.
La finca de la Chacarita prosiguió perteneciendo al Instituto Miguel Cané, pupilo del Instituto Nacional en la década de mil ochocientos sesenta, narra en “Juvenilia” anécdotas de su vida de alumno y entre ellas, los capítulos de las vacaciones en la Chacra.
No obstante, en mil ochocientos setenta y uno, la imagen del predio empezó a mudar, cuando allá se instaló un enterratorio destinados a las víctimas fatales de la epidemia de fiebre amarilla que golpeó a Buenos Aires en ese año. Se lo estableció en el campo del presente Parque Los Andes (llamado en una temporada Rancagua) limitado por la avenida Corrientes y las calles Jorge Newbery y Dorrego, sobre la que estaba el portón de entrada. Además de esto el Tren Oeste edificó un ramal que partiendo desde Ecuador y Corrientes avanzaba por esta última hasta dicho camposanto, llevando los cadáveres. Las tierras de la Chacarita Vieja, como con el tiempo seria conocido este campo santo, fueron restadas por el gobierno bonaerense al partido de Belgrano, que a cambio recibió una indemnización en dinero.

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