¿COMPORTAMIENTO ANIMAL?

Todos hemos escuchado múltiples historias en la que fieles mascotas han reaccionado a la muerte de sus dueños de sorprendentes formas, que van desde de las más desgarradoras a las más curiosas. Desde hace unas décadas, los estudiosos se esmeran en saber qué ocurre por la cabeza de un cánido y de qué manera reaccionan a ciertos acontecimientos como es la muerte de un humano con el que convive.

Los perros, ¿comprender la muerte?
Conforme explica Stanley Coren, maestro de sicología en la Columbia Británica, a IFLScience: “los estudios actuales muestran que los perros tienen un cerebro equivalente al de un pequeño de 2 o bien 3 años”. Además de esto, el mejor amigo del hombre es capaz de probar dolor, tristeza e inclusive depresión, si bien seguramente “carece de la inteligencia sensible precisa para entender la permanencia de la muerte”, arguye Coren. “Ya antes de los 5 años, los pequeños no comprender ciertos conceptos muy básicos sobre este tema, no entienden que la muerte es irreversible”.Esto tampoco desea decir que los perros sean tontos o bien no intuyan qué pasa. Un número mayor de investigaciones sobre cognición canina muestran que son animales emotivamente complejos con un alto grado de inteligencia social. En verdad, son capaces de entender el lenguaje humano, el tono de su voz, su lenguaje no verbal e inclusive sus miradas para descifrar lo que le dicen. Es esta “intuición social” lo que deja a los perros establecer nudos estrechos con los humanos y que, consecuentemente, produce estas contestaciones emocionantes de las mascotas cuando sus dueños se van por siempre.

No te vayas aún
No obstante, Coren piensa que aunque tienen la capacidad de entender conceptos abstractos como la autoridad, la muerte puede escapar a su raciocinio. “Los perros son muy sociales y siendo conscientes de la pérdida de una persona esencial en su vida, mas no creo que sepan que su dueño se ha ido por siempre”.

En lo que se refiere al por qué razón aguardan al lado de sus tumbas, Coren piensa que “seguramente estén aguardando a que vuelvan y no de luto por su pérdida. No creo que el cánido se sorprenda si de pronto su dueño abre la caja y se sienta”.

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