Cuando Messi brinca al terreno de juego, aparte de su cerebelo como centro motor, entran en juego otras funciones. Su lóbulo parietal hace el cálculo adecuado de la distancia, la velocidad y la dirección a la que recibirá un pase que transformará en tanto. Mientras que recibe el balón, su lóbulo frontal se activa para tomar una resolución creativa. ¿Retraso el balón o bien hago un amago y ataco regateando a ese defensa? Mientras que, el núcleo accumbens y la amígdala, cooperan en esta toma de resoluciones poniendo en juego sus emociones y su corteza prefrontal le recuerdan qué pasó en situaciones similares en otros partidos, a fin de que esa experiencia le asista a tomar la resolución atinada.
De este modo marcha el cerebro de un futbolista, en líneas generales, cuando se halla en exactamente la misma situación que el astro argentino. No obstante, el de Messi es de manera expresa estudiado por la Organización de Investigación Científica de Países Bajos como un ejemplo de excelencia en la toma de resoluciones. El médico holandés Pieter Medendorp, autor de este estudio, describe de esta manera el propósito de esta investigación: “Descubrir de qué manera se toman resoluciones en una fracción de segundo y qué lleva a escoger una sobre otras posibles”.
“El cerebro -prosigue Mendendorp- no es un PC, mas sí una máquina de probabilidades. Messi decide correr, saltar o bien chutar en un momento, y deseamos descubrir qué sucede en su cabeza mientras que. ¿Qué hace que opte por una cosa y no por otra? ¿Es por una cuestión de eficiencia o bien de recompensa?”.
El resultado servirá tanto para encontrar terapias para enfermedades neuronales para prosperar las prótesis auditivas o bien de equilibrio.
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