Vidas en verso

Tres autores reúnen en un mismo libro poemas breves que retratan a figuras públicas, de escritores a deportistas

La tapa de Titanes, libro de poemas escritos en colaboración por Javier Cófreces, Eduardo Mileo y Alberto Muñoz, llama la atención, aunque no esconde misterios. La referencia implícita a los Beatles, al disco aquel que, en 1967, dio otra vuelta de tuerca a la historia musical de la banda –
Sgt. Pepper’s…– funciona como referencia icónica y aviso: lo que va a leerse pertenece al universo de la cultura pop. La elección del tema, la convivencia heterogénea entre personajes pertenecientes a esferas disímiles, lo confirma. La lista es vasta, varia y vertiginosa. Juan Román Riquelme y Baruch de Spinoza, Emily Dickinson y Evita, Nicolino Locche y Caravaggio, Marcel Proust y Muhammad Ali; Beethoven y el Caballero Rojo, Juan L. Ortiz y Al Pacino, Averroes y Beba Bidart representan apenas una muestra. La suma de los poemas da 304 y es, en sí misma, titánica. Según confiesan sus autores en el prólogo “una vida ajena puede ser una excusa para que la propia adquiera alguna proporción”. Y agregan: “Nuestros titanes han trabajado en muchos ámbitos: hay actores, músicos, filósofos, políticos, deportistas, pintores, escritores y hasta personajes de ficción. Y, por supuesto, algunos de los que nos dieron la idea del libro: los Titanes en el Ring”. Habiendo demarcado intención y pertenencia, los poetas se entregan luego al deliberado homenaje, el culto invariable, la devota amistad.

El primer poema del libro recuerda al cantante y compositor Miguel Abuelo; el último, a Alfredo Zitarrosa. De la A a la Z, será la democracia del alfabeto la que ordene los poemas, para alejar cualquier suspicacia acerca de jerarquías o preferencias. Cada poema está acompañado con un pie de página que presenta el personaje en cuestión. Un índice general los agrupa en el citado orden y, si el lector quiere saber quién escribió determinado poema, se valdrá de los índices pertinentes que incluye la edición. La decisión de no señalar en cada página al autor es acertada, ya que permite una lectura fluida e incluso incita al juego de tratar de saber a quién se está leyendo. En el aspecto formal, los poetas aclaran haberse impuesto el límite de diez versos para cada composición, lo que confiere a los poemas -más allá de las marcas propias de cada poeta- ciertos rasgos comunes: condensación de una idea, expresividad concentrada, el uso de la imagen como síntesis de lo que puede ser dicho. Las pequeñas variaciones de estilo, sin embargo, son reconocibles a medida que avanza la lectura. El de mayor arraigo en ciertos aspectos formales del verso español es Mileo. El de la imagen concisa, firme y resuelta de manera contundente, Cófreces. Muñoz se entrega a ciertas complejidades que combinan y explotan con ingenio el surrealismo, el radioteatro, y la tradición rioplatense.

Hay algo de encantamiento, de hechizo al entregarse a la lectura de
Titanes. Más allá del grado de afinidad que se tenga con los distintos personajes -hay una marca generacional y otra, superpuesta, la de un patrimonio cultural común-, el desfile constante de seres cuyas vidas son resumidas en esas diez líneas produce por momentos un efecto de saturación narcótica, y deseo de más, con la plena lucidez de estar asistiendo a un ritual celebratorio, como en “La música ante todo”, dedicado a Verlaine: “Desde el último piso, parados en el tanque de agua comunal/ hemos visto marchar en solitaria caravana a nuestros héroes;/ son dos hombres que se han amado y se han aborrecido./ Nos cubrimos la cara con las dos manos y traducimos llorar/ a todos los idiomas con gran musicalidad”.
Titanes

Por Javier Cófreces, Eduardo Mileo y Alberto Muñoz

Ediciones en Danza

337 páginas

$ 195

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