RECORDAMOS A LUBRANO ZAS

Lamentablemente son muchas las figuras que enaltecieron con su pluma la literatura nacional que permanecen casi olvidadas de las crónicas especializadas, de los espacios dedicados por los grandes medios de circulación nacional, que generalmente solo se ocupan de los “éxitos” de las cuatro o cinco editoriales que monopolizan el mercado, de los organismos oficiales de la cultura y de las propias entidades que agrupan a los autores contemporáneos que, por lo visto últimamente, le han dado mayor importancia a las luchas intestinas por su  conducción  que al recuerdo de quienes, en alguna medida, forjaron la historia de las mismas.

Lubrano Zas es uno de esos escritores que, como casi todos aquellos que formaron o antecedieron o sucedieron a la Generación de Boedo, como Juan Pedro Calou, Palazzo, Mariani, Riccio, Barletta, Castelnuovo o el mismo Yunque, han sido reducidos al limitado mundo de un grupo de viejos lectores o unos pocos nuevos estudiantes o investigadores que por sí mismo van descubriendo ese nuevo  mundo literario, alejado de la industria de los best selles.

Lubrano Zas es uno de aquellos hombres que, en palabras de Roberto Díaz, han hecho una literatura cargada de humanismo, de recatada ternura, con una prosa impregnada de lirismo, que ha volcado en cuentos imperecederos que dejan huella en la sensibilidad del lector. Nacido en Rosario el 29 de mayo de 1913 con el nombre de Máximo José Lubrano, adoptó para la firma de sus obras un apodo constituido por los apellidos de sus padres (Fernando Lubrano y Mercedes Zas): Lubrano Zas. Las dolorosas circunstancias de la vida fueron moldeando su personalidad, convirtiéndolo en una persona solitaria, humanista, que vibraba ante el dolor y la injusticia.

Conoció a Álvaro Yunque, a Elías Castelnuovo, a Leónidas Barletta, a Roberto Mariani, Raúl González Tuñón, convirtiéndose en el tiempo en el último historiador contemporáneo al mítico Grupo. Nos dejó sus Palabras con Elías Castelnuovo, sus Aproximaciones a Álvaro Yunque producto de largas entrevistas con ambos escritores; Gustavo Riccio, un poeta de Boedo y Boedistas y precursores” libros que constituyen herramienta imprescindible para introducirse en el estudio del Grupo de Boedo. Pero literariamente, su obra se ejemplariza en sus cuentos cortos. Mi casa está lejos obtuvo la Faja de Honor de la SADE y el Premio del Consejo del Escritor, Seguiré contando hasta el fin, Tierna desventura del grito, son otros títulos de su valiosa obra.  Falleció en Buenos Aires el 8 de diciembre de 1999.

Una selección de sus cuentos bajo el título de Obras Escogidas de Lubrano Zas, fue un justo reconocimiento a su memoria. (ediciónes Virgilio, Bs.As.   2001, con el apoyo del Plan de Promoción a la Edición de Literatura Argentina de la Secretaría de Cultura y Medios de Comunicación de la Presidencia de la Nación).

Miembro Honorario de la Junta de Estudios Históricos del Barrio de Boedo, que en sus últimos años supo de su presencia y su amistad, la institución impuso su nombre a su  Biblioteca Pública que funciona en la Av. Boedo 853. La entidad también editó,  en su colección Pliegos de Boedo, los cuadernillos  Nº 4: En torno a Roberto Mariani, Nº 8:Juan Palazzo, un olvidado y Nº 14: Gustavo Riccio y los chicos”, todos de su autoría. Hoy lo recordamos con emoción y cariño.