Parte del daño provocado por el tabaco puede revertirse de forma natural

Hay buenas noticias para los ex- fumadores. Los estudios efectuados revelan que, al dejar de fumar, los pulmones tienen la capacidad de regenerar una parte del daño que han sufrido. Y dónde primero se manifiesta esa mejora es en los llamados cilios respiratorios.

Los bronquios están cubiertos por pilíferos similares al cuerpo humano llamados cilios, y cuya misión es adecentar de microbios y restos las vías respiratorias. Mas en el caso de los fumadores, los cilios se marchan paralizando progresivamente, por como se vuelven ineficientes en el momento de adecentar los pulmones. Una de las consecuencias más evidentes de esta situación es la acumulación de moco que termina provocando la habitual bronquitis del fumador.

Mas al dejar el hábito del tabaco, la situación puede revertirse. Con el tiempo crecen nuevos cilios  y los pulmones se limpian de mocos. Mas no solo eso. Solo un par de semanas tras parar de fumar, la persona ya puede apreciar mejoras al respirar al hacer ejercicio. Esto es debido a la minoración del monóxido de carbono en la sangre, un gas que se aspiraba con el humo del cigarrilo y que complicaba el transporte de oxígeno a través del organismo.

Paradójicamente, al comienzo los ex- fumadores pueden apreciar que tosen más, mas eso se debe a que los cilios a los que mencionábamos ya antes, están activos nuevamente, y se dedican a adecentar los pulmones de mocos.

Desafortunadamente, no todos y cada uno de los daños que provoca fumar pueden repararse. Eso es algo en especial patente en los alveolos de los pulmones que, tras años de ingerir humos, terminan inflamados y muy dañados, provocando loq ue se concoe como enfisema pulmonar. Los especialistas aseguran que el proceso que desencadena este trastorno respiratorio empieza a las poquitas semanas de encender el primer cigarro, si bien tarda décadas en manifestarse.

Con respecto al peligro de contraer cáncer de pulmón, los estudios revelan que para una persona que lleven diez años sin fumar, el riesgo se reduce a más de la mitad, comparándolo con el de un fumador activo. mas el peligro proseguirá siendo mayor que en el caso de alguien que no haya fumado jamás.