NUEVAS ZAPATILLAS INTELIGENTES PARA MEJORAR TU SALUD

Apoyas todo el peso en los talones”, me afirma Laura. No es buen inicio, y eso que ni tan siquiera he dado un paso. Estoy de pie, descalzo y mirando al frente en su consulta de la villa de Madrid. Me señala que pasee cara adelante y vuelvo a suspender miserablemente. “Andas con las rodillas, demasiado impacto en los talones, articulas poco los dedos y no te impulsas para dar el próximo paso.” Tendré que aprender a caminar. A mi edad.

¿No se supone que caminar es natural? Ni tan siquiera pensamos en ello. Nos movemos de un lugar a otro pendientes de que no nos atropellen, mirando escaparates o bien hablando por el móvil, y nuestros pies marchan solos. No obstante, muchas enfermedades de espalda y articulaciones pueden tener origen en la postura que adoptamos. Y los humanos hemos dejado de caminar con toda naturalidad desde el instante en que llevamos zapatos. Por eso la irrupción en el mercado de una nueva línea de deportivas que, aseguran, asisten a progresar nuestro cuerpo se haya transformado en un esencial objeto de estudio para aclarar si son útiles o bien no.

Laura Gómez es fisioterapeuta y monitora certificada por Romana’s Pilates, la escuela originaria en la ciudad de Nueva York. En su consulta ve muchas columnas torcidas. El trabajo para enderezarlas acostumbra a comenzar en los pies. Solo para sostenernos erguidos, nuestro cuerpo ejecuta una compleja sinfonía de músculos, huesos y ligamentos en tensión que ajustan de manera permanente la postura, tal y como si fuésemos un tentetieso.

Cuando cambia el terreno –por ejemplo, al subir una cuesta–, el cuerpo se inclina cara adelante. Si introducimos un factor extraño, como el tacón de los zapatos, que eleva el talón del pie, toda la postura se altera. Para compensarnos, la pelvis se desplaza cara adelante, la espalda cara atrás, incrementando su curva natural y presionando las vértebras. El cuello se estira cara el frente, para sostener la cabeza en su lugar. ¿Zapatos de tacón? Mala idea.

Las suelas recias asimismo nos afectan. Si los dedos del pie no se articulan, hay menos impulso para el próximo paso. El ahínco extra lo deben hacer las rodillas. “Nuestros pies están listos para pasear por todo género de superficies”, afirma Abel Galindo, fisioterapeuta y directivo de la academia MBT en España. “No están amoldados para pasear siempre y en todo momento por terrenos duros y llanos, que desgastan nuestros pies”, agrega. Este es el principio de los zapatos MBT (Masai Bareboot Technology). La suela es grosísima y tiene forma de barca. Genera un paso inestable, como al pasear sobre arena, lo que fuerza al cuerpo a estabilizarse de manera permanente. Este trabajo ayuda a progresar la postura, mas los milagros no existen. “Nunca afirmamos que adelgazan, o bien que suprimen la celulitis, como otras marcas han llegado a anunciar”, aclara Abel Galindo.

Sostener los pies lúcidos

Otros estudios plantean una solución más radical al inconveniente de los zapatos: pasear descalzos. Aun correr descalzos.

Al fin y a la postre, es lo que los humanos han hecho a lo largo de millones de años y han olvidado ya. En nuestros días, los indios tarahumara, o bien rarámuri, del norte de México son conocidos por su capacidad para correr distancias de más de doscientos quilómetros de un tirón, sencillamente para visitar familiares. Cuando corren, lo hacen descalzos o bien proveídos de unas fáciles sandalias artesanales.

Los antropólogos coinciden en que estamos amoldados naturalmente para correr grandes distancias, si bien no empleemos esta habilidad. Tanto es conque se piensa que la primera forma de caza fue por persistencia: perseguir a los animales hasta el momento en que morían agotados.

Chris McDougall, un corredor de maratón que se había lesionado reiteradamente, estudió a los tarahumara. En su libro Born to Run explica de qué forma comenzó a correr descalzo y no volvió a lesionarse. McDougall, ya en la cincuentena, corre descalzo en carreras de más de cien km. Los pies no son bien simples zancos sobre los que mantenernos. Son sensores muy complejos. Nos notifican continuamente de la manera del terreno que pisamos a fin de que nos podamos amoldar a él. Los zapatos nos privan de esa información y dejan ciegos a nuestros pies.

Se ha descubierto que los gimnastas que caen en una colchoneta blanda tras un salto lo hacen con más fuerza que si es dura. De igual modo, cuanto más blando es el zapato, con más fuerza pisamos.
Nuestro cerebro precisa percibir la información del suelo, y de forma inconsciente golpeamos buscando sensaciones. Esas zapatillas con una cámara de aire en el talón no reducen el impacto en nuestras rodillas, lo aumentan.

Para ello sirven las nuevas zapatillas

Cuando corremos descalzos, cambia de manera automática nuestra pisada. En vez de pegar con el talón, el pie efectúa un balanceo más suave y apoya más la planta y los dedos. Esto se traduce en menos impacto y menos energía consumida, y por tanto, menor fatiga.

Correr descalzo por la selva es una cosa. Hacerlo en una calle pavimentada, con cristales rotos y en pleno invierno es otra. La marca Terra Plana ofrece una solución: zapatos con una suela a prueba de perforaciones de solo 3 milímetros. La sensación es semejante a pasear descalzos, mas con mayor seguridad.

Los dedos de los pies asimismo son víctimas de los zapatos. La manera natural es tenerlos separados, lo que da mejor apoyo y estabilidad. No obstante, aprisionados en zapatos desde la niñez, están ulados y sin movilidad. En un caso así, es la compañía Vibram, fabricante de suelas, la que desarrolló los zapatos Five Fingers, asimismo llamados de “salamandra”, que aparte de tener una suela mínima y nada de tacón, apartan los dedos de los pies. No semejan los más convenientes para ir a una boda, mas la experiencia es sorprendente.

Una cosa es cierta: con zapatos o bien sin ellos, muchos deberíamos correr más con frecuencia.