Nueva piel artificial

Absolutamente nadie conoce tan bien como los estudiosos que procuran emularla los notables beneficios de la piel humana. Aparte de mandar a nuestro cerebro las condiciones precisas de presión, tacto y temperatura, logra ‘levantar una barrera’ que nos resguarda de agentes externos que podrían ocasionarnos algún género de daño. Ahora, científicos de la Universidad de Stanford han logrado conjuntar estas 2 peculiaridades en un material sintético que simula la piel humana y que además de esto se ‘autocura’ sola.

La piel artificial desarrollada por los estudiosos de California, tiene asimismo una tercera cualidad que tiene que tener cualquier piel de calidad que se precie: flexibilidad. De esa forma, nuestras manos no se resquebrajan cuando las movemos, cerramos los puños o bien trabajamos con ellas. Juntando todas y cada una estas cualidades, y no con escasas dosis de ingenio y también ingeniería, el equipo de Ingeniería Química de la Universidad de Stanford ha creado una piel que no solo combina todas y cada una estas peculiaridades del mayor órgano de nuestro cuerpo, sino ha rizado el rizo añadiéndole una cuarta cualidad: se cura y regenera sola.

“Aunque en la última década se han desarrollado avances esenciales en piel sintética, ninguno de ellos ha podido matizar bien el punto de la autocuración” asevera Zhenan Bao, Maestro de Stanford. Ciertos prototipos previamente desarrollados, podían autoregenerarse siempre que se encontrase en una zona a temperatura entorno o bien en casos de calor extremo (y una sola vez), lo que no acababa de ser realmente práctico. Además de esto, todos y cada uno de los materiales empleados previamente tenían bajísima conductividad eléctrica y en un caso así lo idóneo es lo opuesto, de tal modo “que el material sea conductor con la intención de que pueda trasmitir las señales” asevera el creador primordial del estudio, Benjamin Chee Keong-Tee.

El estudio, publicado en Nature Nanotechnology, relata con detalle como los estudiosos lograron acrecentar la conductividad del material autoregenerativo a través de la integración de átomos de níquel, lo que deja que los electrones “brinquen” entre los átomos del metal. El polímero, además de esto, es sensible por fuerza, torsión y presión aplicada.

Para probar que tanto la mecánica y las propiedades eléctricas del material podrían autocurarse de forma repetida y que sus valores volvían al punto de inicio una vez el material ha sido dañado y curado, los estudiosos cortaron el polímero con un escalpelo. Tras presionar los bordes cortados a lo largo de quince segundos, los estudiosos encontraron que la muestra recobró un noventa y ocho por ciento de su conductividad original. Y además de esto, el polímero del equipo de Stanford podía ser cortado y curado una y otra vez ¿Magia? Prácticamente lo mismo: Ciencia. Una ciencia que en un futuro próximo podría asistir a multitud de enfermedades y accidentes como por poner un ejemplo la implantación de injertos sin que el paciente pierda la sensibilidad.