Los ñoquis del 29

Hoy voy a contarles un poco de mi propia historia.

Recuerdo a mi abuela decirme… Hoy es 29… Te hago ñoquis? Siiii abuela! Por favor!!! Ella hacia la masa, mezclaba los ingredientes, volaba harina, para mi era toda una aventura. Cuando todos los elementos estaban preparados, llegaba mi turno de colaborar. Primero me daba un bollo de masa y yo hacia largas viboritas. Después cortábamos las viboritas en pedacitos iguales, y por último, la parte más divertida… Me sentaba arriba de la mesada y pasabamos las bolitas por el tenedor, logrando esas rallitas tan particulares de los ñoquis.

Una olla de agua hirviendo los estaba esperando, mi abuela los colocaba… y había que esperar la magia… Ver como uno a uno los ñoquis comenzaban a subir. Parte que yo esperaba con ansias, porque estaba un paso más cerca de poder saborearlos.

Mientras todo se iba preparando, mi abuela me decía… A poner la mesa!!! Yo con esmero, colocaba el mantel, los platos, vasos y cubiertos y me preparaba para el gran acontecimiento.

Mi abuela, aprovechaba algún momento de descuido mio, para colocar una moneda o un billete pequeño debajo de cada plato, y momentos después, saborear los ñoquis era lo único que nos faltaba.

El momento había llegado. Después de un buen trabajo en equipo, debiamos probar nuestra creación. Mi abuelo sentado en la cabecera, como todo padre de familia, mi abuela y yo, a cada costado , y una enorme fuente de ñoquis con tuco a punto de ser devorada. Eso sin mencionar una generosa cantidad de queso rallado. Pero antes habia que levantar con cuidado el plato para ver cuan afortunados seríamos y encontrar nuestro pequeño tesoro debajo.

Ahora… Años después descubro… Que el verdadero tesoro y más importante, era el de tener la posibilidad de compartir esa experienca tan especial con mis abuelos, en el calor del hogar, entre charlas y risas.