Historia del barrio de la Boca, segunda parte

Siglo XX

Fútbol

Club Atlético River Plate, tras la fusión de 2 clubes existentes: «Santa Rosa» y «La Rosales». La mayor parte de sus creadores fueron descendientes de italianos y conforme cuenta la historia, el nombre «River Plate» brotó cuando los miembros del club lo vieron estampado en unos enormes cajones, en la temporada en que se edificaba el Puerto Madero. La camiseta del club asimismo tuvo un origen casual, una madrugada de carnaval, cuando los autores de la entidad, hurtaron como travesura una cinta de seda roja que descolgaba de la parte posterior de un carro. Hasta aquel instante la camiseta de River era solamente de color blanco, y alguien tuvo la idea de agregar la cinta roja, sostenida con alfileres, como banda, para darle un toque de color, idea que por último tuvo gran aceptación. Con ciertos traslados breves, River Plate se sostuvo en el distrito de La Boca hasta mil novecientos veintitres, cuando optó por mudarse claramente a la zona norte, primero al distrito de Palermo y por último, en mil novecientos treinta y ocho, al distrito de Belgrano, donde en nuestros días se levanta el Estadio Monumental.
Mientras, en mil novecientos cinco, nacía el histórico y universalmente reconocido Club Atlético Boca Juniors. Sus creadores decidieron que el nuevo club llevase el nombre del distrito, acompañado del término «Juniors», práctica común para conceder un mayor prestigio a las instituciones, si bien en un caso así el contraste del nombre era conocido, por la fama de distrito «difícil» y marginal, que se había ganado La Boca en aquel momento. Como River, muchos de los seguidores de Boca eran italianos, en su mayor parte genoveses, que vivían en la zona. En mil novecientos catorce el club estuvo a puntito de desamparar el distrito, cuando la dirigencia logró unos terrenos en la zona de Wilde (Avellaneda). La marcha parecía ineludible, no obstante, la concluyentes negativa de mil trescientos de los mil seiscientos asociados que tenía la corporación, provocó que los ?íderes decidiesen dar marcha atrás al proyecto. La construcción del estadio La Bombonera en mil novecientos cuarenta consolidaría su vivienda, si bien no de forma terminante, en tanto que ciertas décadas más adelante brotaron nuevos proyectos para trasladar la cancha a otros lugares próximos con terrenos más espléndidos que el presente.
Con el paso del tiempo, todo el país se dividió primordialmente entre llenes de River o bien de Boca, 2 equipos que paradójicamente habían natural de exactamente el mismo distrito. El cruce entre Boca Juniors y River Plate, conocido frecuentemente como El Superclásico del futbol argentino, se transformó de manera rápida en uno de los encuentros más apasionados, no solo a nivel nacional, sino más bien asimismo internacionalmente.
Política

Desde el punto de vista político, el distrito de La Boca asimismo fue popular por haber conseguido el triunfo de Alfredo Palacios, reconocido como el primer miembro del Congreso de los Diputados socialista de América. Desde la crisis de mil ochocientos noventa el país había vivido una serie de quejas obreras y rebeliones radicales demandando una mayor apertura política. De este modo fue que en mil novecientos dos el régimen gobernante aprobó una nueva ley electoral que procuraba asegurar la representación de las minorías parlamentarias, como primer paso cara una reforma mayor, que acabaría recién diez años después con la aprobación de la Ley Saenz Peña. Cada territorio se subdividió por circunscripciones, siendo el distrito obrero de La Boca, la cuatro.ª circunscripción electoral de la Capital Federal. El Partido Socialista designó allá al doctor Alfredo L. Palacios como su aspirante. El joven letrado, emocionó al distrito con sus fogosos alegatos y de esta manera fue que en mil novecientos cuatro, Palacios ganó como aspirante a Miembro del Congreso de los Diputados Nacional para el Congreso, merced a la cuatro.ª Circunscripción, que desde ese momento fue famosa como «la cuarta de fierro». Desde su banca en el Congreso, Palacios fue autor de distintas ideas como el Reposo dominical, la prohibición del establecimiento de medidores de agua en los conventillos, la exoneración de la patente de m dólares americanos n siete.000 para las cooperativas obreras, la reglamentación y protección del trabajo de las mujeres y pequeños y contra la trata de blancas.
Infraestructura

Respecto a la infraestructura vial del distrito, en mil novecientos ocho y por administración del gobierno de la Provincia de la ciudad de Buenos Aires, el Estado Nacional autorizó al Tren del Sud a erigir un puente transbordador para unir a la Isla Maciel con La Boca. El puente, símbolo del distrito, se inauguró el treinta y uno de mayo de mil novecientos catorce y llevó el nombre del ex- presidente Nicolás Avellaneda en homenaje al ayuntamiento situado en la margen provincial del Arroyo. Como lo señala su nombre, la estructura no mantenía a un puente propiamente dicho, sino más bien a una plataforma transbordadora colgante. Dicha plataforma dejaba el transporte de viandantes, carros, automóviles a motor o bien tranvías, uniendo la Avenida Almirante Brown en La Boca con la Avenida La Plata en el Partido de Avellaneda.
Su dominio pasó entonces a la órbita nacional y en mil novecientos cuarenta se inauguró a 100 metros de distancia un nuevo puente peatonal y carretero (Nuevo Puente Avellaneda), si bien el viejo transbordador prosiguió marchando hasta la década del ’60. Cara mil novecientos noventa y tres comenzaron a circular cotilleos sobre su posible desguace y allá la opinión pública se pronunció pidiendo su conservación, no solo por su valor histórico y social, sino más bien asimismo por su valor simbólico y monumental para el distrito de La Boca y para toda la Urbe. El puente fue declarado como «Sitio de Interés Cultural», por el Concejo Deliberante porteño en mil novecientos noventa y cinco y por último fue protegido como «Monumento Histórico Nacional».10​
En mil ochocientos noventa y ocho, el Tren de Ensenada, que prestaba servicios en el distrito de La Boca, fue adquirido por el Tren del Sud. Por aquel entonces todavía proseguían circulando trenes de pasajeros entre la estación Casa Amarilla y La Plata hasta el momento en que se habilitó el empalme entre la línea primordial del FCS con las vías del ex- FCE a la altura de Avellaneda, el 1.º de octubre de mil novecientos nueve. Desde allá todos y cada uno de los trenes de pasajeros partieron y llegaron a Plaza Constitución, quedando desactivado el servicio de pasajeros del ex- Tren Ensenada en la Capital Federal.
Por este puente del ex- Tren Ensenada (el día de hoy viejo Puente Pueyrredón) prosiguieron cruzando trenes de carga, no obstante, el Tren Sud edificó y también inauguró en mil novecientos trece un nuevo puente llamado Barraca de Peña, con un tramo central levadizo. Finalizada esta obra, la traza sobre la Avenida Don Pedro de Mendoza y el puente del ex- Tren a la Ensenada, se desarticuló.
En los años ´40, con la decadencia final de la zona portuaria, desapareció la Compañía de las Catalinas (The Catalinas Warehouses and Mole Company Ltd.), una compañía que había sido fundada por Francisco Seeber a fines del siglo XIX. Esta empresa era la dueña de un muelle y de 2 grandes terrenos de depósitos portuarios, a los que les quedó el nombre de «Catalinas Norte» y «Catalinas Sur». La compañía vendió a la Municipalidad los dos terrenos en la década del ´60. Catalinas Norte pronto se transformó en un moderno centro financiero, al paso que Catalinas Sur, en el distrito de La Boca, fue transformado por la Municipalidad en un distrito de residencia pública, el día de hoy rebautizado con el nombre de Alfredo Palacios. En mil novecientos cuarenta y cinco, ya había sido levantado, sobre terrenos de Catalinas Sur, el impresionante edificio del Centro de salud Cosme Argerich, uno de más grandes a nivel metropolitano.

Arte

Desde el punto de vista artístico, el mayor exponente del distrito fue Benito Quinquela Martín, un pintor y vecino, que reflejó las labores del puerto y la vida rutinaria de su gente en estilo neoimpresionista. Descuidado por su madre en la Casa de Pequeños Expósitos de la ciudad de Buenos Aires, a los 7 años de edad fue adoptado por la familia Chinchella, dueños de una carbonería, con lo que de pequeño le tocó trabajar cargando bolsas de lignito en el puerto. De forma autodidacta se transformó en pintor, uno de los más populares del país. Sus obras fueron exhibidas en el país y en el extranjero, y una gran parte del dinero colectado lo donó para obras en el distrito de La Boca.
En los años cincuenta un conjunto de vecinos, incluyendo al propio Benito Quinquela Martín, decidieron recobrar el viejo callejón de ciento cincuenta metros, de recorrido sinuoso, conocido como “Caminito”. Por aquel camino había corrido originalmente la vía del Tren Ensenada entre las estaciones General Brown y La Boca, que por entonces ya se hallaba desactivado. De esta manera, en mil novecientos cincuenta y nueve, el gobierno municipal inauguró allá una calle museo, con obras de arte donadas por sus autores. Exactamente el mismo pintor Quinquela Martín aconsejó a sus vecinos a fin de que empleasen colores más vivos y variados que los usados originalmente por los primeros inmigrantes, lo que brindó una nueva imagen a todo el ambiente. Se puede destacar que exactamente los mismos colores fueron usados para las edificaciones que Quinquela donó al barrio: la Escuela-Museo, la Escuela de Artes Gráficas, el Lactario Municipal, el Jardín de infantes y el Instituto Odontológico infantil
Población

José Ceppi, alias Aníbal Latino, cronista porteño, en su libro «Argentinos y europeos. Cuadros sudamericanos» escribió:
Al sur de la ciudad de Buenos Aires, a 6 o bien 7 quilómetros del centro de la urbe, durante la ribera de un pequeño río canalizado en determinada extensión y que tiene por nombre Arroyo, extiéndese La Boca, un distrito o bien mejor dicho un suburbio vastísimo de la población. Está separado de la urbe solo por una extensa faja de terreno poblada por ciertas casas esparcidas: la comunicación es cómoda, simple, veloz, continua, por tramway y por ferro-carril; y no obstante tiene un carácter tan diferente, tan singular, que semeja estar á cincuenta millas de distancia. Muchos, hasta en la ciudad de Buenos Aires, charlan de la Boca tal y como si charlasen de otra urbe, no de un distrito que está á 2 pasos de la enorme plaza.
El distrito registró su pico máximo de población en mil novecientos catorce (setenta y seis hab.), no obstante, desde mil novecientos cuarenta y siete empezó a probar un éxodo sostenido. La situación se agudizó desde la década del ´70 con el cierre terminante de su puerto y la desaparición de las actividades que sobrevivían gracias a él, lo que produjo mayor desempleo, repercutiendo de manera directa en la actividad comercial y de servicios, que ensayó un agudo decrecimiento, sobre todo en los años ´80. Para mil novecientos noventa y uno la cantidad de habitantes había bajado a cuarenta y 6 y doscientos setenta y siete, es decir un cuarenta por ciento menos respecto a aquel máximo histórico de mil novecientos catorce. A esto se sumaban otros factores como que La Boca era, según las cifras oficiales, el distrito con mayor porcentaje de inquilinos de la Capital Federal y uno de los de menor valor inmobiliario.14