CUENTOS QUE NO SON TAN INFANTILES

Para la mayor parte de los sicólogos y antropólogos, la ficción de las viejas hadas amoldada a los tiempos actuales tiene más elementos de reflexión sobre la realidad que las películas de TV o bien un juego de rol. En verdad, como aseveran desde el Gremio de Editores, la lectura y la narración de los cuentos tradicionales forman un aporte indispensable para el conocimiento personal y del ambiente.

De pueblo en pueblo
Los cuentos han disfrutado siempre y en todo momento de mucha relevancia en las distintas temporadas y etnias. Según lo que parece, es en Oriente y, específicamente, en la India donde se halla su origen. Después, los musulmanes los introdujeron en sus relatos y los extendieron por todo el planeta, llegando asimismo hasta este país, donde cobraron un singular relieve. “Los cuentos, los mitos, las historias han encarnado la experiencia de una sociedad tal y como sus hombres deseaban que se transmitiese a consecutivas generaciones. Las gestas de los trovadores y las fáciles obras teatrales o bien autos sacramentales fueron cristalizando en actitudes y transmitiendo hechos que, si bien no completamente fieles, sí eran soporte de los valores de un conjunto, etnia o bien nación”, explica Ramón Menéndez Pidal en su libro Antología de cuentos.

“La pervivencia de estas narraciones a través del tiempo se debe a que cuentan una historia simple que puede ser entendida por todos, con independencia de los ademanes y del lenguaje no verbal. Los fabuladores del planeta grecorromano y los actores italianos conformaron un modo de contar oralmente que renace en nuestros días con los cuentacuentos”, explica Irene León, antropóloga y maestra de Literatura de Barna. En verdad, mímica, recursos onomatopéyicos, música de fondo, reiteraciones o bien estribillos periódicos están de nuevo de tendencia en espectáculos que procuran revitalizar tradiciones orales que reanudan el contacto directo con el público.

Inventar es de listos
“La relevancia de los cuentos se fundamenta esencialmente en que enseñan a los pequeños a interpretar la realidad, mas usando el modo perfecto en el que procesan la información”, explica el sicólogo clínico Carlos Albendea. Curiosamente, conforme un equipo de especialistas del Instituto de Inventiva de la Universidad de Valencia, nuestra capacidad de fabular corre paralela a la inteligencia autora. Un pequeño capaz de imaginar va a estar siempre y en todo momento más abierto a conocer más factores de la realidad que otro que no fantasee jamás. “En la educación hay que intentar buscar un camino intermedio entre la rigidez y la espontaneidad autoformativa”, asegura la antropóloga Irene León. “El pequeño que conoce y aprende multitud de conceptos útiles –información intelectual– precisa ver encarnado con actitudes lo que es información emocional”, agrega. Para Carlos Albendea, “los cuentos reflejan siempre y en toda circunstancia enfrentamientos entre el bien y el mal; enseñan de una manera general el sentido de la moralidad. El riesgo es que, en ocasiones, se transmite la ética insistiendo en lo que a los pequeños les asusta, como una opresión, y eso puede crearles muchos problemas”.

Leer en familia
Conforme aseguraba el siquiatra Victor Frankl, que estudió la sicología humana en situaciones extremas –campos de concentración a lo largo de la Segunda Guerra Mundial–, el éxito en la educación se fundamenta en una hábil armonización entre los recursos sicológicos del pequeño, sus hábitos cognitivos y las relaciones sociales que es capaz de establecer. Como resultado, el sujeto es capaz de formar un planeta interior propio y congruente. Lo recibido en la familia formará de una forma definitivo las primeras actitudes y resoluciones de su vida y, por consiguiente, las más esenciales. “Sin embargo, uno de los mayores inconvenientes actuales es la carencia de comunicación –o su escasa calidad– y el empleo arbitrario de la autoridad, que desencadena un genuino seísmo sensible en la escala de valores del niño”, explica la terapeuta familiar Rosario López.

Todos y cada uno de los cauces que se usen para solucionar esta falta de comunicación son buenos y contar cuentos es uno más. No obstante, hay que tener precaución y usar los relatos apropiados, en tanto que “un cuento violento, en el que la trama se base solo en la acción, la violencia, la sátira o bien los efectos singulares tal vez pueda divertir por el momento, mas crea una psique sin referencia. No se trata de que el cuento o bien los progenitores afirmen o bien le impongan al pequeño lo que es o bien lo que no es adecuado, consiste más bien en hacerle ver que existe el mal –la hechicera, el lobo…– y el bien –el príncipe, el hada madrina…– y, en suma, que no todo es igual. Solo de esta manera va a poder entonces escoger y reconocer la información y los hechos de la vida sin que esas cosas le dañen por la ignorancia que tiene sobre ellas”, concluye la terapeuta Rosario López.