Visitar Buenos Aires y no conocer el distrito de La Boca es como recorrer París y no ver la Torre Eiffel, o bien viajar a N. York y no pasear por la Quinta Avenida. Es que este tradicional vecindario a la vera del Arroyo es el más pintoresco de la ciudad de Buenos Aires, una pequeña urbe en otra gran urbe.
La Boca
Recorrer Caminito, el nombre de la calle-museo universalmente famosa y millones de veces retratada, es la mejor forma de adentrarse y dejarse llevar por La Boca. Por sobre el empedrado de más de 100 metros de extensión las parejas de tango muestran sus habilidades, los vendedores de arte exhiben sus fileteados y cientos y cientos de turistas pasean y retratan las paredes de las casas pintadas de todos colores y que son parte de una postal imborrable.
¿Por qué razón las casas están pintadas de esa manera? A fines del siglo XIX, La Boca era el puerto primordial de la ciudad de Buenos Aires, por el que ingresaban miles y miles de inmigrantes, singularmente italianos. Estos extranjeros se instalaban en las casas (llamadas conventillos) y las pintaban con las sobras de pintura de los marineros. Como la cantidad de pintura era deficiente para pintar todo de un mismo color, se usaban múltiples colores.
El legado de los inmigrantes italianos no solo quedó plasmado en los conventillos: las cantinas italianas de platos sustanciosos y costos escasos son geniales opciones para vivir veladas de música y baile. Aunque muchas han cerrado, todavía se preservan ciertas como La Perla, situada al comienzo de Caminito. Estrenada a inicios del pasado siglo, todavía el día de hoy las picadas rebosantes prosiguen siendo su especialidad.
Si es domingo por la tarde y Boca Juniors juega su partido de local, probablemente no va a pasar inadvertido. A pocas cuadras de Caminito se va a escuchar el aliento atronador de la hinchada xeneize que procede del estadio La Bombonera. Muchos entendidos del futbol aseguran que el tradicional Boca-River es el más emocionante del planeta.
Para acabar de empaparse con cultura, La Boca cobija el Museo de Cera, el único en la Argentina en su tipo, en el que aparece plasmada la esencia del distrito por medio de escenas que remiten a la oleada inmigratoria de siglos atrás, y el Museo Benito Quinquela Martín, que honra al artista argentino que le dio vida y color a este distrito inigualable.
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