La sangre se ha convertido en el tratamiento médico de moda

El secreto para la sanación de muchos de nuestros males semeja estar dentro de nuestras venas. Últimamente hemos tenido el caso de la ayudar de enfermería Teresa Romero, contagiada por el ébola y tratada con transfusiones de plasma sanguíneo de la hermana Paciencia, una misionera que había superado la horrible enfermedad. Y no ha sido el único ejemplo. La sangre ya está empezando a emplearse por un equipo de la Stanford School of Medicine, en un experimento vanguardista para tratar a pacientes con síntomas de alzhéimer, una vez que distintas pruebas con roedores demostraran exitosamente que los ejemplares de más edad remozaban y mejoraban sus capacidades cognitivas al percibir transfusiones de otros más jóvenes. Además de esto, el hermoso líquido colorado se emplea como tratamiento de belleza y para sanar lesiones a atletas de élite. Dada esta realidad, tal vez no sea disparatado aseverar que entramos en la edad de la “medicina vampírica”.

Abundantes mitos (desde la condesa Bathory, que se bañaba con la sangre de doncellas, a Drácula) venían relacionando desde hace siglos este fluido vital con el rejuvenecimiento. De ahí que, no deja de tener su gracia que 2 recientes estudios científicos hayan probado que ese vínculo existe. El primero de ellos fue dirigido por Amy Wangers, del Instituto de Células Madre de Harvard (y cuyos resultados se publicaron en Science). Los estudiosos cogieron ratones viejos y jóvenes, y les sometieron a un proceso quirúrgico llamado parabiosis, consistente en unir 2 organismos a fin de que compartan exactamente el mismo sistema sanguíneo.

Al intercambiar plasma, el organismo del ejemplar más viejo remoza. Por contra, el de menos edad comienza a estropearse

Así, pudieron observar de qué forma la sangre de los ejemplares de menor edad tenía efectos rejuvenecedores sobre los otros. De esta forma, tras unas 5 semanas, mejoró el ADN de las células madre de los músculos en los individuos maduros y aumentó el flujo de la sangre al cerebro. Mientras, los ratones más jóvenes padecieron los efectos contrarios y plenamente desfavorables a raíz de la sangre vieja. ¿La causa? Una proteína llamada GDF-once (factor once de distinción del desarrollo celular), que está presente en el líquido de nuestras venas y que revierte el envejecimiento de los tejidos, mas que va desapareciendo con el paso del tiempo. Los estudiosos verificaron más tarde que, aislándola y también inyectándosela a ejemplares viejos, se minimizaban posibles daños cardiacos y se ganaba fuerza y resistencia.

Esta investigación coincidió en el tiempo con otra efectuada por Tony Wyss-Coray, de la Universidad de Stanford, quien verificó que la sangre joven provocaba el efecto de crear nuevas conexiones inquietas en los cerebros de los ratones más viejos, lo que mejoraba de manera notable sus capacidades cognitivas.

Obviamente, los estudiosos valoran las posibilidades de la proteína GDF11 como arma para combatir los síntomas del alzhéimer. Y, como ya afirmamos, desde principios de octubre un conjunto de pacientes de esta enfermedad se somete en la universidad de Stanford a la primera prueba con humanos. Los voluntarios reiben transfusiones de personas menores de treinta años, si bien el estudio va a durar múltiples años. Su directivo, Tony Wyss-Coray, autor de la segunda investigación mentada, es optimista con respecto a los resultados: “Aunque la mejora fuera únicamente transitoria, ya sería un enorme avance”. Mas hay quien se muestra más cauto, como el estudioso de Harvard Francesco Loffredo, quien afirma: “Tratar a los pacientes con transfusiones sería poco práctico dadas las reservas de sangre existentes. Si bien, si los resultados son positivos ,podrían valer para desarrollar un nuevo fármaco que tenga exactamente el mismo efecto”.

La verdad es que, desde una perspectiva un tanto más frívola, el poder rejuvenecedor de esta substancia ya era conocido por los especialistas en cosmética. El médico estadounidense Converses Runels es el inventor de un tratamiento de belleza conocido como “facial vampiro”, consistente en extraer la sangre del paciente y centrifugarla para conseguir un plasma rico en plaquetas que, entonces, se inyecta nuevamente en el semblante. La idea es que ese elemento, rico en factores de desarrollo, repara la piel, suprime arrugas y estrías, y le da más brillo. Mas la realidad es que solo hay un pequeño estudio científico que avale los hipotéticos beneficios de este tratamiento. Fue efectuado en dos mil doce por el cirujano de la ciudad de Nueva York Anthony Sclafani con una muestra de 15 voluntarios, y reportó que estas inyecciones tenían efectos ventajosos contra el acne.

En la Universidad de Stanford ya se está efectuando el primer experimento con humanos para probar las propiedades de la proteína GDF-once contra el alzhéimer

Resultados en el deporte
De todas y cada una maneras, sus propiedades regenerativas sí han quedado bien patentes en otros terrenos, como el de la medicina deportiva (se efectúan inyecciones para arreglar los tejidos dañados por las lesiones) y para tratar la artrosis.
En relación con esto último, una investigación efectuada en dos mil diez por el Instituto Gerontológico de España descubrió que el setenta y ocho por ciento de los pacientes que se sometieron a un tratamiento experimental con plasma rico en plaquetas (que sustituye al líquido sinovial) patentizaron una minoración significativa del dolor y una restauración en su capacidad de movimiento.

¿Qué nos deparará el futuro? Es pronto para decirlo, mas los autores del estudio sueñan con que cualquier día esta terapia pueda sustituir (o bien por lo menos retrasar) las intervenciones para implantar prótesis.

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