HIstoria del barrio de Belgrano

Cuando el veinte de junio de mil ochocientos veinte murió Manuel Belgrano, letrado, general y autor de la bandera, la Sala de Representantes de la Provincia de la ciudad de Buenos Aires decidió que el próximo pueblo que se fundara sería llamado Belgrano. Tras el prolongado gobierno de Don Juan Manuel de Rosas, en mil ochocientos cincuenta y cinco se creó una población en el extremo norte de las tierras del Restaurador, a la que se llamó Belgrano. Merced a su buena localización, el pueblo medró velozmente, llegando en pocos años a ser declarado urbe, con la creación del partido de Belgrano (cuyos límites eran el Río de la Plata, el riachuelo Maldonado y las presentes avenidas Warnes, del Campo, incluyendo su proyección en el Camposanto de la Chacarita, Chorroarín, de los Constituyentes y la calle Zufriategui, una parte de su recorrido se halla al lado de la Avenida General Paz).4​ El núcleo histórico de la vieja población y después distrito fue el área inmediata a las Barrancas de Belgrano en la ribera derecha del riachuelo Vega, que en la actualidad corre “rectificado” y entubado bajo la calle Blanco Encalada.

Viviendas palaciegas que abundaban en el mil novecientos.
En mil ochocientos ochenta, después de la derrota de Carlos Tejedor, gobernante de la provincia, en las elecciones presidenciales ante Julio Argentino Roca, la provincia de la ciudad de Buenos Aires decidió unilateralmente echar a las autoridades nacionales de Buenos Aires, que hasta ese momento funcionaba como capital tanto de la provincia como de la Nación, comenzando de este modo el último coletazo de las guerras civiles que signaron el siglo XIX. El gobierno federal se instaló en la urbe de Belgrano, en la edificación de la municipalidad (actual Museo Sarmiento), lugar desde el que se dictó la ley de federalización de Buenos Aires. Tras el fin de las hostilidades, la urbe volvió a su tiempo normal, hasta el momento en que en mil ochocientos ochenta y siete una ley nacional anexionó los partidos de Belgrano y Flores a la Capital Federal. Desde ese momento, Belgrano, que era una urbe, se transformó en el distrito de otra.
Desde fines de siglo XIX y hasta bien avanzada la segunda mitad del siglo veinte este distrito se caracterizaba por la presencia de suntuosas mansiones y grandes caserones rodeados de florestas, ejemplos de los que eran el palacio de Gowland Moreno y el palacio Delcasse, más conocido como “La Casa del Ángel”. Los estilos predominantes eran sintéticos, con elementos primordialmente de las arquitecturas inglesa y francesa (estilos:” normando”, “reina Ana”, “Tudor” y “neoclásico francés” e inclusive “art nouveau” o bien algún detalle del “art déco”), en lo que para ciertos formaba una armoniosa y logradísima síntesis.

La enorme transformación

Nuevas torres residenciales (mil novecientos sesenta y ocho)
No obstante, 2 leyes fueron los puntos de partida para iniciar una notable evolución del aspecto del distrito, desde mediados del siglo veinte. En mil novecientos cuarenta y ocho, se sancionó la Ley de Propiedad Horizontal, que dejó que por último los ocupantes de un departamento pudiesen adquirirlo, puesto que hasta ese instante solo se podía arrendar una residencia de este género. Y en mil novecientos cincuenta y siete, la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires dejó a través de la Ordenanza 4110/57, la construcción de edificios en torre, en contraste a los tradicionales edificios entre medianeras.
Esta combinación, que se dio en un instante de apogeo de la construcción y del negocio inmobiliario, empezó a ejercer veloces cambios en la arquitectura y la vida en la ciudad de Buenos Aires, y velozmente se expandió a otras urbes del país. Mas fue en el distrito de Belgrano en que los resultados se vieron en un grado sin comparación, y el campo más notable fue el encerrado por las Avenidas Cabildo y del Libertador, entre las calles Federico Lacroze y La Pampa, esto es el casco histórico del viejo pueblo. Esto se debió en parte a la manera de parcelamiento de sus manzanas, puesto que al estar ocupadas por enormes viviendas que ocupaban una cuarta parte de manzana cada una, resultaban terrenos costosos bastante difíciles de sostener para una familia, mas muy tentadores para la construcción en altura.
De este modo, de forma rápida empezó el cambio. En exactamente el mismo año mil novecientos cincuenta y siete, empezó la construcción de la primera torre residencial, proyectada por el arquitecto técnico Antonio Vermes en Teodoro García mil novecientos cincuenta y cinco, con diecisiete pisos de altura.5​ En escaso tiempo, un elevado número de palacios fueron comprados a sus dueños y destruidos, y las construcciones se multiplicaron a ritmo acelerado. Diez años después, un artículo sobre el tema lanzaba el número de sesenta y cinco nuevas torres en un área de treinta manzanas.6​ De todas y cada una maneras, la transformación del distrito prosiguió a lo largo de la próxima década, y si bien se paralizó a lo largo de los años ’80, reanudó su ritmo a mediados de la década de mil novecientos noventa, y a lo largo de la década de dos mil prosiguieron construyéndose nuevos edificios en los pocos lotes libres en los que subsistían casas viejas. La mayoría de los viejos dueños de los palacios admitieron como una parte del pago pisos en las nuevas torres que se construirían; y de esta manera se llega al estado actual, cuando del viejo Belgrano solo subsiste la floresta de plátanos plantada hace algo más de un siglo, y el empedrado de sus calles internas.
Como notable contraste, subsistió al apogeo inmobiliario un ámbito reducido del llamado Belgrano “R”, que debido a la transformación cobró un nuevo valor como reflejo del aspecto que el distrito tenía hasta la década de mil novecientos cincuenta. No obstante, se trata de un área parcialmente pequeña, y no se preservó íntegramente el tejido urbano, en tanto que se han construido edificios de altura, si bien en un número reducido.

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